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La historia de Cuba contada por los gatos

Cuando los gatos tengan memoria histórica -y se dignen a contarnos lo que piensan- podremos, al fin, descubrir el lugar que ocupamos en la historia.

Ni el decimosexto ancestro del tatarabuelo de mi gato Perucho era español. Mira que se lo conté a nuestro felino de los 42 nombres, que respondía ante cualquier denominación:

  1. Al-Peru
  2. Meu Gatu
  3. Perucho
  4. Perucho de las Mercedes Gaviota
  5. Perucho Pérez Salgado
  6. Emperuchado
  7. Peruchanel
  8. Peruchito
  9. Santo Perucho
  10. Papo
  11. Papito
  12. Pozuelo
  13. Pollo
  14. El Peru
  15. Pocholito
  16. Niñito Peru
  17. Perucho y la Noche
  18. Perucio
  19. Peruchín
  20. Peruchón
  21. Parucho
  22. Perucho Parto
  23. Partucho
  24. Papote
  25. Ucho
  26. Serrucho
  27. Cartucho
  28. Perrucho
  29. Papucho
  30. Papuchito
  31. Cangrejo
  32. Parlucho
  33. Uchel
  34. Uchín
  35. Uchado
  36. Peruchen
  37. Peruano
  38. Peruel
  39. Perucho San
  40. Peru San
  41. Uchillito
  42. Uchillín

En enero de 2013 lo encontramos. Lo cuidamos. Y el destino se lo llevó año y medio después hacia el pueblo de Madruga. El destino me lo arrebató y nunca más supe de él. Pobre Perucho.

Dicen que los gatos tienen un plan diseñado para el mundo. Y esta isla no queda exenta.

Podríamos comenzar a conectar todos los puntos. Pero dejémosle tal tarea a ellos.

Pobre Perucho. Debe estar bien. Tengo fe en que esté bien. Recordándonos a todos. Brincando como un conejo entre las hierbas.

Los cubanos somos importantes. Mártires de nuestras propias vidas. Héroes de quienes nos rodean.

No nos toca a nosotros estudiar quiénes somos. Ni determinar cuándo es que exactamente concluye el Período Especial.

Colonia, Independentismo, Reconcentración de Weiler, saneamiento, República, dictadura, Revolución, dictadura. Reconciliación.

Si le preguntásemos a cualquier minino: -"Minino, ¿qué nos depara el futuro?"- , por más que insistamos, todavía no obtendremos respuesta.

¡Cuánto conversé con Perucho! Sobre historia, ética felina, gatos de la otra cuadra, gatos extranjeros, gatos extraterrestres. Por suerte estará ahí para siempre. Del otro lado del mundo.

Porque en esta isla los gatos no mueren. Los gatos se marchan, como los peces.

Knismolagnia

Charles Robert Darwin tenía razón: los hombres descendemos de los gatos. Nuestro circuito cerebral presta poca atención a las sensaciones autogeneradas. Y se excita con casi todo lo que percibe del medio ambiente externo.

Los felinos tienen uñas retráctiles que les permiten trepar, cazar y cosquillearse a sí mismos. Pentadactilia en los miembros anteriores. Diez apéndices para procurar roces suaves y fluidos.

Nuestro cerebelo interviene en la coordinación del movimiento, enviando correcciones a los músculos del área que fricciona contra la punta de los dedos.

Ejerce la presión a uniformes intervalos. Hazle cosquillas a un gato y continuarás gozándote a ti mismo.

Chiqui

Mi gato me mira, me acaricia y se regocija de tenerme como mascota.

La pata del gato

Las personas piensan sobre lo que no sucede casi al mismo ritmo de lo que sí sucede. Anticipándose varias jugadas al movimiento de sus inmediatos.

Por eso uno pisa donde no es, cerca de donde debía haber estado el pie del que caminó en el sentido menos esperado.

Gotas de saliva

El gato zozobraba con cada golpe seco de flema contra el asfalto.

Era yo, escupiendo desde un sexto piso. Mientras la sospecha de que "tal vez nos toca sentir lo mismo" me olía a que en ese momento a mí también me estaban tomando el pelo.

Tal y como el wireless

El telégrafo sin hilos no es difícil de entender. El telégrafo ordinario es como un gato muy largo: pones la cola en Nueva York y el gato maúlla en Los Ángeles.

El telégrafo sin hilos es lo mismo, pero sin el gato.

We're all mad here

Gato de Cheshire: En esa dirección vive un sombrerero, y en aquella vive una liebre marceña. De los dos, visita a quien prefieras: locos ambos están.

Alicia: Pero no quiero estar entre gente loca.

Gato de Cheshire: Oh, no puedes evitarlo: aquí estamos todos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.

Alicia: ¿Cómo sabes si estoy loca?.

Gato de Cheshire: Debes estarlo, o no te habrías llegado por aquí.

Inmortalidad cuántica

El gato intenta seducir al sensor de rotación subatómico.

Si la partícula gira en sentido horario, el calibre de un casquillo de plomo volará mi cabeza. De lo contrario, ganaré algún tiempo de vida.

El gato ronronea. Cada oportunidad debe dividir el universo en dos partes. Afortunadamente, el destino me aleja del placer felino de ver morir a su clásico espectador.

En fin, o algunas interpretaciones de la mecánica cuántica son correctas o el revólver tendrá que ser reemplazado.

Mucho más que una hipótesis

¡El gato de Schrödinger no ha muerto!

Sheldon, Wolowitz o Koothrappali, tras 17 capítulos, lo pueden demostrar.