Alicia encadenada

Años después, ingirió varios tipos de setas en busca de la prisa de un conejo blanco. Para que su triste realidad comenzara a descender por la humedad del agujero.

La despertó el hedor de cadáveres apilados junto a un árbol de rosas blancas, cuyas ramas lucían una risa entrecortada y las rodajas de un sombrero.

El aire se inundó de lo que desprendían las vísceras de un lagarto. Y Alicia vomitó la espuma de un líquido blanco antes de que la Reina Roja volviese a arrojar otra guillotina sobre su cabeza.