#cuento

Colisionando

La Luna se dio un trastazo contra la Tierra.

Que diga, fue un meteorito lo que resquebrajó una buena parte de este planeta. Para que quienes lo habitasen más adelante tuvieran de vez en cuando la oportunidad de ver bien iluminada la noche, encendiendo la curiosidad de qué fue lo que nos impactó.

Mi ni-cuento de hadas

Había una vez un lugar, donde las historias se escribían en pequeños fragmentos. Para que los sucesos fuesen más importantes que el orden en que sucedieron.

Y si tenía lugar una nueva aventura, no quedase al final como en los libros de cuentos.

El semillero del diablo

Es el principio y el fin. De los jardines azules.

Del pasto índigo donde germinan raíces de polen cerúleo. Azulino de tanto nacer y percatarse que el tallo ha vuelto a crecer sobre el terreno marchito.

Aché napolitano

Los puntos de venta de artículos religiosos comienzan a satisfacer la demanda de casi todos los barrios. Hay zonas donde las prendas blancas y las estatuillas constituyen un negocio mayor que la pizza. Como si las reliquias estuviesen cocidas al horno. Con queso preservativo y puré de tomate.

No existe una santa industria. Ni están representados todos los santos. Pero las licencias de culto minorista y devoción a domicilio obedecen las leyes del nuevo mercado.

Diseñadores gráficos y comunicadores orales lanzan a pincel y toda voz numerosas ofertas. La competencia es intensa. Artesanos y sastres se sienten cada vez más motivados. Produciendo un valor superior para los clientes; erigiendo la dicha popular a niveles insospechados.

Todo el mundo se siente protegido. Excepto el que amasa la harina con leña. Encendiendo fósforo tras fósforo. Hasta invocar un nuevo salvador que le transmute la ceniza en queso. Para rescatar de una vez su negocio de espaguetis italianos.

Censorshit

El pentagrama hexadecimal de Turbine Machine fue a parar a donde no vas a poder encontrarlo.

No por las vibraciones de bajas frecuencias, sino porque la agrupación continúa estando prohibida en gran parte del MundoReal™ y en todo este sector del ciberespacio.

Psicrofilia

Sobre la ciudadela de metal llueven fractales de hielo. Algunos rasan el césped, dejando copias de sí mismos. Para que el rocío invernal cubra el resto del terreno.

¿Quién cargará con la culpa: el niño o el carpintero?

Liberando espacio

¡Bórrenme! -pedía a gritos desde el ciberespacio- ¡...ya no quiero vivir!.

Luego de ser aprobada la operación, el consejo de especialistas procede a monitorear la primera "limpieza" de un cerebro humano digitalizado.

Durante el proceso, los módulos restantes sufren el resquebrajamiento de la integridad de un sistema donde la mayor parte de sus componentes dependen entre sí.

Las emociones y los recuerdos se amontonan mientras disminuyen por cada intervalo de tiempo.

0.7% restante. Y antes del espacio vacío, dos ligeros brazos vuelven a deslizarse por las sábanas limpias de su niñez.

El resplandor de las musarañas

¡De pie, que ya es hora de despertarse!

Antes que el de la constelación de un loro en su hombro respire la espiral de estrellas que contienen polvo protoplanetario.

¡A entreabrir los ojos y chupar lagañas! Para que el sarrapastrajo de las bóvedas de litio no vuelva a entregar hebras alcalinas al gran pirata.

Habrá que recorrer una y otra vez la superficie ocular en busca de puntos borrosos. Hasta que desvanezcan su recorrido... dejemos de pestañear... y regresen las musarañas.

Entre lienzos

Poco antes del ocaso, se tensaban las costuras sobre el bastidor. Entre hilvanes de lino, las gotas de césped disolvían sus matices en una pasta de semillas mezcladas con aceite secante.

Eran sus manos que tejían un bosquejo de carboncillos para trazar el horizonte, donde el pincel de cerdas duras refinaba el salpicar de las motas de nube desprendidas por la brocha de tejón de pelo suave.

De la brisa que reseca los pigmentos el pintor no se percata. Concentrado en el reflejo del río, graba su imagen bajo la sombra de un árbol. Tararea técnicas para tensar una tela, y se observa a sí mismo preparando los detalles de cada nueva perspectiva encuadrada en el paisaje.

Ya es de noche, y vuelve a susurrarse al oído. Pero el eco oscila tan lento a través de tantas capas de óleo, que detiene la vista en el silencio de donde aún sus calcos no han armado un bastidor para poder escucharse. Hasta el próximo día, cuando el alboroto del taller despierte al pintor decidido a aplicar barniz desde el interior del lienzo, donde se encuentra atrapado entre aguadas y empastes.

Soledad

Golpeaba con insistencia la puerta. Una vez más.

Para girar el picaporte y conversar consigo misma.

Alicia encadenada

Años después, ingirió varios tipos de setas en busca de la prisa de un conejo blanco. Para que su triste realidad comenzara a descender por la humedad del agujero.

La despertó el hedor de cadáveres apilados junto a un árbol de rosas blancas, cuyas ramas lucían una risa entrecortada y las rodajas de un sombrero.

El aire se inundó de lo que desprendían las vísceras de un lagarto. Y Alicia vomitó la espuma de un líquido blanco antes de que la Reina Roja volviese a arrojar otra guillotina sobre su cabeza.

Aquella "cosa" del subsuelo

Veo el otro bracito desde el interior de la alcantarilla, intentando alcanzar su pelota.

Apenas la encuentro, la ruedo contra la pared para quitarle el lodo. Y lanzo hacia la superficie su brillo de goma, para que alguien vuelva a respirar una pequeña sonrisa.

Precognición

La super-banda pronunció el nombre de otro grupo imaginario en una de sus canciones.

Tal y como había sucedido con ellos, varios entusiastas lo adoptaron para indentificar un repertorio que escaló hasta la primera posición de todas las listas de éxitos.

Pero ninguna de las dos agrupaciones existen. Sus letras no han sido redactadas todavía.

Daguerrotipo

Sobre una placa marchita descansan sus restos: entre la niebla amarilla de los bordes y la impresión desecada de su rostro.

Allí yace el innombrable; el de semblante anónimo. En un latón de desechos, antes de ser devorado por el óxido del viento.

Método científico

¡Matemáticas de mierda!- susurran los otros, mientras sus cabellos se enroscan y desenroscan en busca de la identidad que definirá su posterior comportamiento.

  1. Ejerce la suficiente presión con el lápiz hasta quebrar su punta.
  2. Borra un par de operandos a la derecha.
  3. Invierte los signos tras un despeje algebraico.
  4. Suprime denominadores y sus equivalentes con plena certeza

Hasta que respira una sonrisa y demuestra que puede deducir el proceder de sus obstáculos a partir de su respuesta.

Afeitado

Las barbas permanecen intactas durante un par de segundos.

Hasta que inician una carrera picométrica desde la sima de sus poros, donde los vellos se apoyan para crecer sin que pueda notarlo.

Tres semanas de pesadillas sobre pendejos corrosivos que desintegran el plástico de la cuchilla que sueña encima de una base piramidal.

Aplico la crema. Miro el reflejo otros dos segundos. Y el trazo de pelos que va dejando el filo de la hoja en mi rostro reverbera como un contador regresivo justo antes de la partida de los nuevos atletas.

Demonio de Maxwell

Como un halo invisible recorre todo su cuerpo. Le envuelve el cabello, sus hombros, sus muslos y nalgas.

La aureola conserva el frío cuando hace calor y entrega cosquillas ardientes en pleno invierno.

No es que el diablo quiera hacerle el amor. Su interés radica en aislar la pureza de los entornos extremos.

Cápsula de tiempo

Apenas quedaban cielos grises condensados de estática. A lo lejos, donde descansan los horizontes de entornos en alta definición.

Desde el interior de una zanja húmeda se alza el brazo de una excavadora, arrojando toneladas de tierra hacia la superficie; más los restos de un recipiente hermético.

Hola, ¿aún existimos?- ondea por los aires un papel rasgado, escrito en una lengua muerta.

Jerosolimitano

Los dioses se echaron a llorar. Una aleación omnímoda, carente de defectos, anonadaba el sincretismo.

Del otro lado del espejo

Y cuando rocé la tercera dimensión del reflejo, comprendí que era yo quien respondía; quien presionaba los dedos contra mi espalda; el que reverberaba en un manojo de nervios vítreos, tanteando la coordinación de ambos brazos.

Sinceramente, lo más difícil no fue escuchar mis propias palabras.