¿A cambio de qué?

El imperio debe saber que nuestra Patria puede ser convertida en polvo, pero los derechos soberanos del pueblo cubano no son negociables.

Las reflexiones de Fidel Castro han estado ocupando lugar en las portadas de la prensa cubana casi a diario, desde hace más de dos años.

Algunas de ellas con mayor o menor certeza relativa. Pero casi ninguna acorde a la situación real que vive el pueblo de Cuba, que se encuentra a merced de las decisiones de él y de quienes lo rodean.

La cita anterior, extraída de las últimas palabras de la reflexión publicada hoy en Granma y Juventud Rebelde, son una muestra de la forma de pensar de quien aún en el siglo XXI mantiene arraigado intensos sentimientos de la Crisis de Octubre y de la Guerra Fría. No lo culpo: es su forma de pensar. Pero hace mucho que ni él ni su gobierno responden a los intereses de los ciudadanos de su Patria.

Que yo sepa, no son muchos los que quieren verse convertidos en polvo. Nuevas formas de comunicación, de mercadeo y de transporte son intereses más pacíficos que rodean las ideas de muchos jóvenes -y ya no tan jóvenes- cubanos.

Antes de hacer públicas afirmaciones tan graves como esa, el compañero Fidel quizás debería consultar con el pueblo cuáles son sus preocupaciones, sus intereses y su realidad.

Quizás sean pocos los que hoy en día deseen negociar con fuego los pilares de una libertad tan extraña y obsoleta.